— Ese mocoso me quiere probar a mi hija—escondiéndose en una habitación— ¿ Quien se cree.
— Tío abra la puerta ¿Por favor, me dejaría oler un poco a la princesa de Annabell?— toca
— No, lárgate, no puedes oler a mi hija— grita furioso.
— No pensé que se lo tomara tan mal— menciona Elena preocupada.
— Se comporta como un niño inmaduro igualmente esto tenía que pasar y tiene que pasar sucia tendrán que encontrar a sordas gemelas y él no puede negarle eso— responde Esther sin importancia.
— Hermana ya tengo que irme —lejana rompiendo la conversación.
— Mónica, te olvidé, discúlpame, este es de mi hermana Mónica— señala la mujer a un lado —esta es mi mejor amiga Esther Ken.
— Es un gusto conocerte Esther mi hermana me ha hablado mucho de ti— sonríe.
— Si también lo es — responde con simpleza el olor de esa mujer le provoca escalofríos.
— ¿Te vas tan pronto? —pregunta.
— Si ya tengo que irme hermana pero, no sabemos a ver para el cumpleaños de las niñas, además tengo mu