— ¿Tienes idea de lo feliz que estoy de verte bien, Lyra? — dijo Petra, acomodándose la capa sobre los hombros, los ojos llenos de lágrimas mientras observaba cada detalle de la habitación amplia y elegante que ahora sería suya.
— Y yo de tenerte aquí, Petra. — respondió Lyra, sonriendo mientras alisaba unas sábanas sobre la cama. — En serio… soñé tanto con esto. Soñé tanto con que tú y las otras omegas también pudieran ser libres… tener una vida digna.
Petra caminó hasta la ventana amplia, mirando hacia el bosque que rodeaba la mansión. La Luna empezaba a surgir en el cielo, iluminándolo todo con su luz plateada.
— Todo aquí parece… surreal. — respiró hondo. — Todos aquí te tratan con tanto respeto… de verdad eres importante en este lugar, Lyra. Nunca imaginé ver algo así con una de nosotras, ¿sabes? Una omega.
Lyra se acercó, apoyando el hombro en el marco de la ventana, los brazos cruzados.
— Esto solo pasó porque River me encontró… o mejor dicho, porque yo lo encontré a él. — sonr