—Qué espectáculo, Ronnie —murmuró con sarcasmo—. Un alfa marcando a una omega… Debe ser todo un trabajo mantener el respeto de tus subordinados. Los más viejos siempre guardando esa tontería de aferrarse al vínculo de la Diosa de la Luna… Esa farsa solo funciona realmente para lobos comunes; los alfas deberían elegir a sus parejas por sí mismos, para no terminar como tú.
El salón se tensó en un instante; el silencio pesó entre ellos. Ronnie endureció la expresión; sus ojos, antes acogedores, se cerraron y oscurecieron.
—En mi manada, el respeto no se basa en la sangre que corre por las venas de mi Luna —respondió con voz baja y firme—. Se conquista con las acciones. Y la mujer que está a mi lado es más digna que muchos alfas sentados en esta sala.
Kael levantó una ceja, provocador.
—Si tú lo dices...
—Exijo que la trates con respeto, Kael —interrumpió Ronnie con firmeza—. Estás frente a la Luna de la Manada de los Lobos del Eclipse. Subestimar a mi Luna delante de todos es insultar mi