Capítulo 24

-¿A dónde vas, idiota?- preguntó una voz gruesa y despectiva detrás de él.

Lentamente, ocultando el temor y manteniendo la fachada de hombros caídos y mirada vacía, se dio la vuelta hacia el guardia corpulento y de facciones duras, desagradables, que lo observaba con severidad. Bien. ¿Y ahora qué?

-Me ordenaron preparar las provisiones- dijo, arriesgándose a apostar por su primera impresión. Si en ese galpón no estaba la comida, entonces era un príncipe muerto.

El hombre lo escrutó sin mostrar emoción alguna, con un semblante permanentemente desdeñoso.

-¿Las provisiones?- repitió, frunciendo el ceño. Enxo temió que oyera los latidos de su corazón.

-Para los de abajo- dijo, aparentando indiferencia. El guardia lo escrutó una vez más, extrañado; él lo entendía. ¿Para qué lo mandaban a preparar el pan cuando recién había salido el sol y faltaban horas para el almuerzo. Pero no se le había ocurrido nada mejor.

Finalmente, el hombr

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