RUÉGAME
RUÉGAME
Por: Caroline Rose
CAPITULO 1 NO SIENTO MÁS

POV HOLLY

Esta mañana desperté sintiéndome ligera, casi como caminando sobre nubes.

Haber conocido a Adam West ha marcado un antes y un después en mi vida.

Yo, una directora de un pequeño colegio que lucha por el bienestar y la innovación de sus alumnos y docentes, madre soltera de dos pequeños genios. Él, CEO del corporativo West de innovación educativa con el carácter de un demonio.

¿Cómo imaginarme que después de todo lo que pasé con él dos meses atrás, ahora estuviera preparándome para tener una cita juntos?

Me sentía ilusionada, incluso nerviosa, prácticamente saldría con mi colega de alto rango.

Cinco años atrás, era inocente, ingenua y ansiosa por probar un poco de una vida romántica, haciéndome ilusiones con James Hawking, mi mejor amigo, de quien me enamoré, aunque él no me hubiese visto de esa forma y terminé cayendo en sus enredos, aunándole que descubrí que estaba embarazada de él.

Evidentemente huí de ahí, regresé con mis padres y lo demás es historia.

Ahora, cinco años después de James, tropiezo con Adam y aunque titubeante me di una oportunidad de comenzar una relación con él. Era una oportunidad para ambos, aun no es una relación formal, pero, es un paso ¿no?

Mientras enrollaba mi cabello con los enormes roller para el cabello y tarareaba por toda la casa, el recuerdo mío y de Adam de nuestro primer encuentro ya no me parecía tan amargo. Adam el diablo West, esa fue la impresión, el trato y sus palabras ya habían quedado como brumas en mi mente, estaba dispuesta a comenzar algo nuevo con él.

Con un vestido rojo y esta vez maquillaje, estaba lista para mi cita, ¿Dónde podría llevarme? quizá a un restaurante elegante o a un club de strippers, lo conocía bien, o eso fue lo que creí.

James llamó diciéndome que pasaría a dejar a los niños a la casa de mis padres, así que salí tan rápido como pude de mi casa para ver a los niños.

En cuanto estuve en casa de mis padres, James tardó apenas un par de minutos en llegar con los niños, abrí la puerta.

—¡Mami, mira! —Alice saltó hacia mi encuentro mostrándome un globo de helio en forma de estrella—, papi me lo compró.

—Esto es más increíble—ahora fue Tony, mostró una lámpara de mano—, mira lo que hace—la encendió apuntando a la pared donde se proyectó la vía láctea—. Ya quiero mostrársela al abuelo.

—¡No, yo le enseñó mi globo!

Y así, los niños corrieron dentro de la casa buscando a su abuelo.

—¿Los llevaste a una feria?

James, recargado lánguido en el umbral de la puerta, solo me miró con detenimiento, apenas tenía una sombra de sonrisa.

—Estás hermosa—me dijo conteniendo el aire, pude notar la dilatación en sus pupilas—, nunca te vestiste así conmigo.

Tragué en seco, me sentí un poco incómoda.

—No tenía por qué, James—evité su intensa mirada—, nunca tuvimos nada.

Se quedó unos segundos en silenció, volví a mirarlo, parecía relajado, pero sus hombros estaban tensos, se llevó las manos a los bolsillos.

—Lo sé… ¿podemos hablar un momento?

Lo miré a medias lunas.

—Tengo que terminar de arreglarme, será en otro momento.

Asintió con desgana, frunció los labios.

—Entiendo—consultó su reloj—, de todos modos, no creo que te importe—se dio media vuelta—, despídeme de los niños.

Se fue.

Me removí en el umbral de la puerta, ¿Si se trata de los niños? ¿Y si quería hablar sobre la fiesta de cumpleaños de los niños?, estaba a tan solo una semana, ¿Es otra cosa? ¿Y si se va? ¿Y si esa despedida era porque ya no los quería ver?

Comencé a sentir un poco de pánico, a mí no me importa si se va o no, pero, eso podía poner muy mal a los niños, él era su padre y recién lo habían conocido, no era su culpa que cinco años atrás nosotros no hubiésemos estado juntos. 

Troté como pude con los tacones por el camino de piedra.

—James…

—¿Qué demonios haces aquí?

Me detuve en seco, ¡Adam llegó!, sentí mi corazón acelerarse, me acerqué despacio.

—Vengo de ver a mis hijos—contestó osco James.

—¿Por qué no te marchas entonces? —replicó Adam.

No podía verlos, estaba un poco lejos de la entrada, pero podía escucharlos bien.

—Te esperaba—dijo James con tono burlesco—, solo quería recordarte de nuestra apuesta.

Me quedé quieta, un frio me recorrió por la espalda.

—Para tu información, estoy ganando ¿no ves? —contestó Adam, mi cuerpo se congelo, sentí que toda mi sangré bajó hasta mis pies.

—Tienes ventaja, lo reconozco—continuó James con su tono burlesco—, ganaste la apuesta, Holly es tuya, pero seguiré viendo a mis hijos.

Escuché el portazo de un auto y luego ponerse en marcha.

Comencé a sentir nauseas, me faltaba un poco el aire

Escuché los pasos de Adam aproximarse, se detuvo en cuanto me vio.

—Holly…—su rostro estaba turbado en pánico.

Me costaba un poco levantar la mirada.

—Quería—mi voz parecía mecánica, como si no correspondiera a mí—, decirte que me siento un poco mal y quiero irme a mi casa.

—¿Mal? —su voz era pánico y preocupación—, te llevaré al doctor…

—No es necesario—miente—, tengo mi periodo.

El alivió cruzó por todo su cuerpo, se relajó.

—Entonces de llevaré a casa.

¿A casa? ¿Cómo podía decir a casa?, era mi casa, no la suya.

¿Cómo podía poner esas facciones de preocupación? ¿Cómo podía fingir tan bien?

Se acercó a mí y me tomó por los hombros para dirigirme hacia su auto, el contacto de su toque me picó

 Estaba al borde del colapso, resiste un poco más, Holly, me grité mentalmente una y otra vez.

No me dolía ni un carajo el vientre.

Me dolía el maldito pecho y la cabeza.

Una apuesta, una m*****a apuesta entre los dos, entre esos malditos bastardos sin escrúpulos, por eso James había querido que lo siguiera para hablar, porque sabía lo que pasaría.

Quizá ahora se estaba regodeando de lo lindo por su triunfo.

Malditos hombres.

Llegamos a mi casa, apenas pude salir antes de que Adam llegara a mí, no quería que me tocara, no quería nada de él.

Fui a la cocina, buscando no sé qué, intentando estructurar mis ideas, un cuchillo brilló frente a mí, pensamientos asesinos cruzaron por mi mente. Tomé aire, no había escuchado que Adam había salido de nuevo hasta que escuché la puerta cerrarse.

Al dar media vuelta, venía hacia mí con un ramo de ranúnculos rojos, el aire confiado, al igual que una sonrisa.

Aquella visión no hizo más que darme de nuevo nauseas. 

—¿Qué pasa? —me preguntó, analizando mi reacción—, ¿no te gustan las flores?

Amo las flores, pero no tenía control de mis facciones, en este momento solo siento una rabia contenida.

—No, no me gustan—mi tono fue seco y cortante—, son un desperdicio.

Son lindas al momento, pero se agradecen mucho más, estas flores no son para alegrar, sino, son de despedida.

—¿Qué sucede? Estás extraña—su tono fue vacilante.

Tomé una calada de aire, los temblores de mis manos no cesaban.

—Al fin entendí lo que me dijiste antes—intenté ser lo más firme posible—, a veces las circunstancias te vuelven así…

—No entiendo…

Su rostro incrédulo no hizo más que rabiarme.

—Somos adultos quiero que hablemos de esto como se debe—tomé más aire, tranquila, todo va a pasar—. Adam, ya no quiero volver a verte—pronuncié palabra por palabra, para que fuese entendible, milagrosamente mi tartamudeo se esfumó.

Me miró fijamente, luego, soltó una carcajada, pero fue nerviosa.

—Estás bromeando ¿cierto?

—Me criaron para no mentir, y que las cosas siempre se deben decir de frente—tragué el nudo que se estaba formando en mi garganta, su semblante palideció, tu puedes—. Adam—su nombre me quemó como ácido en la boca—, terminaste de romper lo que quedaba de mi corazón—la voz se me quebró y las malditas lágrimas traicioneras escurrieron, las restregué con mi muñeca—. Escuché todo—cada palabra—, ya no tienes que fingir.

Él titubeó acercándose a mí, pero lo miré furiosa.

—No, Holly, escucha, fue—quejido—, algo estúpido, yo solo quería quitar de en medio a James… él se quería quedar contigo y…

Cerré los ojos para concentrarme.

—Es una excusa tan pobre.

—Holly, por favor—se acercó—, por favor, perdóname, no pensé…

Lo miré a los ojos.

—Nicholas tenía razón—tragué de nuevo—, tú no eres una buena persona—sus ojos comenzar a enrojecerse—, me trataste mal desde el principio—negué con la cabeza—, no sé en qué estaba pensando—tomé aire, erguí mis hombros. No más lamentos—. No te perdono—pasé de largo y fui hacia la puerta—. Te pido que te vayas de mi casa.

—Holly, fui un imbécil, sé que no debí hacerlo, pero…

—Adam, ya no puedes remediar nada—cansancio y decepción, mis ojos se llenaron de lágrimas—, por favor, vete…

—Te juro que…

Perdí el hilo de mi cordura.

—¡Vete! —grité—¡vete y no quiero volver a verte! —los sollozos se escaparon de mi garganta.

Él contrajo el rostro con dolor, pero yo sabía que era un dolor falso, él no puede sentir arrepentimiento, porque siempre estuvo consciente de sus actos. Debí haber sospechado, él fue quien encontró a James, él fue el que le confesó a James que era el padre de mis hijos. ¿Por qué había tanta maldad en él?

No puedo sentir compasión de sus lágrimas.

—Holly—me llamó con voz quebrada, pero nada más salió de su boca.

Verlo de esa manera no me hizo sentir nada, como si se hubiese esfumado todo, ya no sentí nervios, no sentí temor, ni enojo, solo sentía un dolor físico en el pecho y una frialdad en el cuerpo.

—Aléjate de mí y de mis hijos, no quiero que hagas más daño—mi voz sonó hueca.

Un par de lágrimas surcaron sus ojos.

Es un falso, me susurró mi mente, él no tiene corazón.

No, no lo tiene, por eso se robó el mío.

Adam me miró por última vez, y luego salió de la casa arrastrando los pies, tan culpable.

Una parte de mi quería que se girara, que enfrentara la situación que hiciera algo, pero fue un anhelo vació, mi ser se moría por dentro y lloraba amargamente por el arrepentimiento, por la culpa de haberme abierto de nuevo a alguien que me lastimaría, aunque me prometí que sería cuidadosa, no pude. Porque el anhelo de algo era demasiado. 

Cerré en cuanto cruzó el umbral y coloqué el cerrojo.

Dejé caerme, deslizándome por la puerta.

El dolor en el pecho se intensifico, el corazón me dolía, podía sentir fuertes picores, como agujas atravesándome, intenté tomar caladas de aire, controlándome, si continuaba así, quizá podría darme un infarto, me concentré en el sonido de los relámpagos, en la tormenta que acababa de soltarse afuera en el cielo.

Nicholas West había tenido toda la razón, ¿Por qué había traicionado a su hermano de esa forma?, no lo sabía, él solo me advirtió.

Al final, cometí el mismo error que hace cinco años, haberme enamorado de alguien que solo jugó conmigo, no entendí mi lección y el pago por eso, fue mi sentir. Eso a lo que tanto le tenía miedo.

A pesar de tener un fuerte dolor en el pecho, mis lágrimas se habían detenido, me sentía extraña, zumbante como un zombi, como si mi cuerpo comenzara a calentarse por fiebre.

Es todo.

 No siento más

.

.

.

—Holly—me despertó una voz.

Abrí los ojos cuidadosamente.

El rostro afligido de Dakota se presentó ante mí.

Solté un quejido al querer levantarme.

—¿Qué haces aquí? —mi voz raspó en mi garganta haciéndome daño, miré a mi alrededor, estaba en el suelo.

—Me asustaste—recriminó, los ojos de mi amiga me miraron con tristeza—, se lo que sucedió anoche—negó con la cabeza y apretó los labios

—¿Cómo lo supiste? —le pregunté.

—Me lo dijo Nicholas… Adam le llamó creo y me lo dijo esta mañana, vine tan pronto como pude.

—¿Por qué no me llamaste? —me tomó de las manos.

—No quería interrumpirte—apenas un hilo de voz—, te divertirías con Nicholas y yo…

Un nudo se formó en mi garganta.

—Nicholas West puede irse también a la porra si quiero, me importas más tu.

Ahí en el suelo de mi sala abracé a mi mejor amiga, aferrándome a ella y soltando todo el dolor.

.

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NOTA DEL AUTOR: 

Espero que disfruten de esta segunda parte, les doy la bienvenida, lamento tardar mucho

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