REY DE OROS. CAPÍTULO 33. Una cita inesperada
REY DE OROS. CAPÍTULO 33. Una cita inesperada
Ser la chica consentida de Alaric Thorne era increíble, pero los lunes él volvía a la empresa y Costanza necesitaba algo urgente que hacer así que volvió a los circuitos un par de días después. El ruido de los motores la recibió como una orquesta desafinada, pero para ella sonaba como música celestial. El olor a caucho quemado, a aceite y a café barato se mezclaba en el aire, y a ella le brillaban los ojos. Estaba en su elemento.
Ni siquiera le había dado dos vueltas a la pista, probando otra de las motos que habían sido su regalo de bodas, cuando Frank apareció con su eterna gorra torcida y esa expresión de que iba a soltar una bomba. Caminaba como quien llevaba un secreto que le picaba en la lengua, y cuando se detuvo frente a ella solo le faltó hacer algún pasito de baile.
—¡Tengo la opción perfecta para ti! —anunció apenas la vio, inflando el pecho como si acabara de inventar la rueda.
Costanza levantó una ceja, curiosa pero no demasia