REY DE OROS. CAPÍTULO 29. Un vampiro tacaño
REY DE OROS. CAPÍTULO 29. Un vampiro tacaño
Los días empezaron a pasar con una rapidez casi absurda. Para Alaric, la rutina del trabajo lo arrastraba entre documentos, reuniones y llamadas interminables. Para Costanza, en cambio, cada día era una aventura en el circuito. Frank la recogía puntual, y ella regresaba con la cara enrojecida por el sol, con el cabello alborotado y una sonrisa que no se le borraba ni con agua caliente.
Con cada jornada, su confianza en la moto crecía. Las curvas eran desafíos emocionantes, y el rugido del motor volvía a sonar como música en sus oídos.
Un martes cualquiera, después de que ella completara una serie de vueltas perfectas, Frank la llamó a un costado del circuito.
—Ya pasaste todos los exámenes —le anunció con aire triunfal, mostrándole los documentos—. Felicidades, oficialmente tienes tu licencia de conducción para motos.
Ella pegó un pequeño salto, literalmente, como si fuera una adolescente que acababa de aprobar matemáticas sin estudiar.
—¡L