LA OSCURIDAD ES EXPULSADA DE ADRIÁN.
Alyan.
Nahethis tocó a Adrián que todavía estaba perdido en su sueño reparador. Sus manos recorrieron el rostro de su primogénito, a continuación cerró los ojos para elevar los conjuros de protección. Percibía su dolor: Era consciente de que mi hermano temía perderlo de la misma manera en que perdió a su madre, a la mujer que amaba y que amaría para siempre.
—No inquiete, las energías de la tierra no pueden dañarlo, deja que las acepte de una manera adecuada. Adrián bebe de los poderes que el universo y la tierra le han dado. Él comprende los notables cambios que ocurrieron en su interior. Sus rabihats ya no son tan oscuros —le señalé, no obstante, y a pesar de mis palabras, Nahe siguió perdiendo en sus pensamientos.
Mi hermano dejó caer sus brazos, la luz de su cuerpo creció. Era consciente de lo que haría: se detuvo frente al cuerpo de Adrián y abrió los brazos, luego tocó su amuleto. Su tercer ojo brotó como los símbolos de las palmas de sus manos y empezó a conjurar.