Nací en los barrios más pobres de este país. A pesar de que no teníamos mucho, era feliz… porque tenía a mi familia y a mis amigos.

Con el tiempo, antes de cumplir los doce años, descubrí que podía saber si alguien mentía. Fue algo bueno. La gente del barrio decía que con esa habilidad llegaría muy lejos. Algunos estaban seguros de que yo era una celestial. Rápidamente me gané el aprecio de todos.

Después desperté la habilidad del hielo. Nunca la usé ni se la mostré a nadie. Sabía que los cazadores de demonios me cazarían. Pero al mismo tiempo… empecé a escuchar una voz en mi cabeza. Me decía que mintiera, que me aprovechara de las personas… que ellos me creerían. No le hice caso. La ignoré.

En secundaria, muchos se me declaraban. Decían que era linda. Pero los rechazaba. Les hacía preguntas… y respondían con mentiras.

Todo parecía ir bien… hasta que llegó ese terrible día.

Un político vino a dar un discurso. Quería ganarse el apoyo del barrio. Prometía que, si ganaba, nos ayudaría, me