Koizumi, algo avergonzada, tomó la cartulina con delicadeza. Ino apenas tuvo tiempo de sonreírle antes de que alguien la tomara del brazo.

—Así que aquí estabas. ¡Ven, debemos darnos prisa!

Era la vicepresidenta de su curso, que intentaba inútilmente arrastrarla de vuelta a la escuela.

—Vamos, muévete.

Ino ni se inmutó. Por más que la vicepresidenta usara ambas manos y toda su fuerza, no logró moverla ni un centímetro.

—Tienes que ensayar para la obra.

Ino recordó que había aceptado participar… pero no tenía intenciones de moverse. Quería seguir viendo.

—¿Qué está pasando aquí?

El maestro Karma se acercó. Al verlo, todos comenzaron a dispersarse. Era el maestro de educación física, respetado y temido, el único aparte de los padres de Ino que podía controlarla si causaba problemas.

En la escuela había un debate eterno: ¿quién era más fuerte, Ino o el maestro Karma?

—Maestro Karma, dígale a Ino que cumpla con sus deberes.

—¿Otra vez causando problemas? —dijo Karma.

—¡No hice nada! —respo