27 años después.
Omar… un hombre muy diferente.
Omar se removió en el asiento, y volvió a observar su teléfono. Tenía más de dos horas en una jodida reunión en Yemen, y su cita era en tres horas.
—Deberías poner más cuidado… —Su tío Rashi le susurró golpeándole las piernas por debajo de la mesa, y él se aguantó el gruñido cuando lo miró.
—Deberíamos despedir a todos estos vejetes, creo que mi abuelo debió dejar una orden.
Rashi sonrió y levantó los hombros, para luego quedarse quieto cuando un miembro de los ministros se dirigió a ellos.
—No sé si su majestad está de acuerdo… ¿La reina no se podrá hacer presente?
Omar frunció el ceño, y negó.
—Mi madre ya no está para estos trotes… no sé qué parte, no entendieron de que estoy a cargo…
Uno de ellos, que tenía unas gafas, se acomodó su puente, y miró a Omar con el ceño fruncido.
—Lo sé, señor… es que, de hecho, la propuesta que usted nos dio hace unas semanas, de hecho, nos parece descabellada…
Omar apretó la mandíbula, y Rash