REINA DEL MAR. CAPÍTULO 8. Plan B
REINA DEL MAR. CAPÍTULO 8. Plan B
Hay noches en las que me siento más animal de presa que persona, y esta es una de ellas. Siempre ha sido así, entonces supongo que es una buena noche para conseguir lo que quiero.
Me detengo frente a la mansión de los Toshiro, las luces de la entrada me ciegan por un segundo y, aún así, no apago el motor. No va a ser fácil entrar, lo sé; pero nunca lo es, y eso no me ha detenido antes.
Observo con atención: cámaras en los ángulos altos, sensores de movimiento bien escondidos, y un par de guardias haciendo recorridos cada pocos metros en intervalos demasiado irregulares. Me toma tres minutos ver que, por ahora, no hay punto ciego sin activar una alarma. Bien, pasamos al Plan B, entonces.
Me bajo del coche, ajusto mi chaqueta y tomo la caja cuidadosamente envuelta que tengo en asiento del conductor. Camino directamente a la puerta principal como si me invitaran a cenar todos los viernes. Toco el timbre una sola vez y espero. Un hombre mayor, vestido con