CAPÍTULO 121. El veneno de una mujer sumisa.
CAPÍTULO 121. El veneno de una mujer sumisa.
Despierto en el hospital, lo sé porque el olor a desinfectante me golpea de inmediato. Todo es blanco, frío y estéril, y mi mente aún está nublada por los medicamentos. La luz del día entra por la ventana, pero apenas puedo apreciarlo, porque mi mente está en un recuerdo, o quizás tres… en tres pesadillas que me llenan los ojos de lágrimas en un segundo.
—No, no no… —murmuro desesperada y siento el apretón en mi mano que me hace enfocarme en la figura que está sentada frente a mí.
—Un balazo, estás aquí por un balazo, nena, solo eso… —me dice Viggo como si supiera en qué estoy pensando.
Esto no se trata de los bebés, no estoy despertando de otro aborto, estoy despertando del balazo que me dio al infeliz de Bonnie.
Viggo se inclina hacia mí y me besa. Sus rasgos, que en un momento me parecieron oscuros y peligrosos, ahora son un alivio familiar, y su mirada se ilumina cuando me mira.
—Estás despierta —dice, y su voz es una mezcla preocupació