CAPÍTULO 31. Un chisme de oficina
CAPÍTULO 31. Un chisme de oficina
Desde que llegué a la oficina en la mañana he estado inquieta. No sé si es por toda la tensión y el estrés que estoy acumulando, o por el hecho de que no he dormido bien en días tratando de armar el portafolio de inversiones de Crown Capital Trade. Probablemente ambas cosas.
Me duele la cabeza, siento el estómago revuelto y tengo los nervios de punta. No es la mejor combinación cuando trabajas en un lugar donde la gente te observa como si pudieras derrumbarte en cualquier momento, pero como aquí tengo fama de torpe no importa mucho.
Paso el resto del día entre correos, llamadas y reportes, y sobre todo fingiendo hacer eso que Christian me encargó: conseguir un sustancioso chisme de oficina.
Me cuesta un poco decidir si se lo digo o no, o cómo hacerlo. Quizá porque siento que le estoy dando más información de la que debería. O tal vez porque me preocupa su reacción, pero de cualquier forma algo tendré que decirle o lo averiguará por su cuenta. Así que