Mundo ficciónIniciar sesiónLa habitación de Valentina olía diferente a las de los hombres. No había rastro de colonia cara o cuero o ese aroma indefinible de testosterona y ego. En su lugar, el aire llevaba lavanda y algo más sutil. Aceite de almendras. Pintura al agua. El perfume francés que Valentina usaba con moderación pero que dejaba huella en todo lo que tocaba.
Era miércoles. Técnicamente, el turno de Valentina según el sistema que habían acordado en lo que parecía otra vida. Después de la reunión de esta mañana, Danna había asumido que los turnos habían muerto junto con todo lo demás. Pero Valentina había aparecido en su puerta al caer la noche con una botella de vino sin abrir y una invitación sin palabras.







