La música envolvía la pista mientras Stephano guiaba a Danna con manos que se volvían cada vez más atrevidas. Ella intentó crear algo de distancia pero él la jalaba de vuelta, pecho contra pecho, con el muslo presionando entre sus piernas con cada giro calculado.
—Liam viene hacia acá.
Danna sentía el pánico trepando por su garganta como un animal vivo.
—Va a hacer algo estúpido.
—Que lo haga.
Stephano giró el rostro de ella hacia las cámaras estratégicamente ubicadas alrededor del salón.
—Hay prensa por todos lados. Cámaras de seguridad en cada esquina. Trescientos testigos. Si me toca, se destruye a sí mismo.
La canción era lenta y romántica. Completamente irónica. Las manos de Stephano se deslizaban por la espalda desnuda de ella, bajando peligrosamente hacia la curva de su trasero.
—Stephano...
—Shh.
Sus labios rozaron el oído de ella.
—Sonríe para las cámaras. Están mirando todo.
A través del salón, Liam observaba. Su mandíbula estaba tan tensa que los músculos saltaban visiblemen