Valentina los vio acercarse. Una sonrisa de gata satisfecha se extendió lentamente por su rostro perfectamente maquillado.
—Stephano, querido.
Su voz era musical y burlona al mismo tiempo.
—Veo que trajiste a tu nueva... adquisición.
Liam no dijo absolutamente nada. Solo miraba a Danna con una intensidad que la quemaba desde adentro hacia afuera.
—Liam, creo que ya conoces a Danna.
Stephano puso su mano en la cintura de ella, acercándola posesivamente contra su costado.
—Mi autora estrella. Y esta noche, mi pareja para el evento.
Liam dio un paso adelante. Valentina lo detuvo con una mano firme contra su pecho.
—Darling, no hagas una escena aquí.
Su voz era dulce como la miel envenenada pero la advertencia era clarísima.
—Baila conmigo.
Stephano no lo formuló como una pregunta. Era una orden directa.
Arrastró a Danna hacia la pista de baile antes de que ella pudiera siquiera pensar en negarse. La orquesta tocaba algo clásico y romántico. La ironía era casi insoportable.
Las manos de St