Amelia.
—¿Cuándo me hablarás de tu amante? ¿O esperarás que yo mismo lo averigüe y sea peor? —miré a Edric, mientras el auto nos conducía a la mansión.
Después de un tiempo extremadamente largo para mí, aún tenía la esperanza que con seguirle la cuerda a Edric, me dejara ver a Máximo.
—¿Cuándo lo veré?
Y él sonrió.
—Tal vez mañana… —mi boca se frunció y mi garganta se puso dura.
—Edric… debe estar asustado, por favor… déjame estar con él… yo… lo juro… lo juro…
—¿Sabes lo que el abogado me dijo? —él me cortó y negué—. Que con todas las pruebas de las cámaras cuando sales de la casa, y llegas en la mañana… puedo quedarme con la custodia de Maxi…
Mis labios temblaron mucho, y me odié como nunca.
—Estoy haciendo todo lo que me dices… —y su mano apretó mi cara y me hundió en el asiento.
—No es suficiente para mí… encontraré al hombre con el que te revuelcas, lo juro, y lo mataré frente a tus ojos…
Mis lágrimas cayeron en el instante.
—¿Creías que te dejaría? No maldit@ te haré la vida, un