Amelia.
—Trate de descansar… el medicamento contrarrestará la droga… —mi ceño se frunció e intenté alzar mi cabeza, pero estaba muy mareada, así que pregunté.
—¿Droga? —veía de forma borrosa a la enfermera, cuando ella se apartó ante la entrada de alguien.
Sentía un fuerte tintineo en la cabeza, e intenté levantarla, pero es como si todo me diera vueltas.
—Yo estaré aquí… puede irse… —esa era la voz de Ares, y luego sentí sus dedos en mi rostro y la comisura de mis labios—. ¿Crees que estés apta para hacer el amor de nuevo conmigo?
Y no podía creer lo que estaba diciendo.
—¿Qué me diste?
—Shuuu… —su dedo se posicionó en mi boca, y luego sentí sus labios encima de mí—. Acompáñame a la ducha… necesitamos limpiarte…
—Ares… ¿Qué crees que haces?
—Vamos, confía en mí… no te caerás… ese maldito sabrá. Lo sabrá créeme…
No había contestado a nada cuando mi cuerpo se fue en sus brazos, pero mi rostro hizo un gesto lastimero cuando sentí el ardor cuando se haló el cable de mi brazo.
—Ok… ok… —