—Clara, gracias por venir —dijo, extendiendo la mano de manera cordial—. Espero que la reunión anterior haya sido provechosa.
—Sí, fue muy útil —respondió Clara, devolviendo la sonrisa con naturalidad, aunque sus ojos evaluaban cada detalle de la sala y cada gesto de Martín.
Se sentaron frente a frente. La habitación estaba decorada con sobriedad: una mesa de madera oscura, sillas de cuero, una iluminación cálida que parecía diseñar un espacio seguro, aunque Clara sabía que la seguridad era relativa.
Martín deslizó un dossier hacia ella.
—He reunido más información sobre los movimientos financieros de los Millán, y sobre Bella Millán específicamente. Creo que le será de utilidad —dijo, con un tono que combinaba cordialidad y desafío sutil.
Clara tomó el dossier, sintiendo la textura pesada del papel. Cada página podía ser verdadera o una trampa, y ella debía descubrirlo. Su mirada se fijó en los documentos, buscando incongruencias. Su instinto le decía que Martín estaba midiendo su re