El beso se hace más intenso y salvaje. Las manos de Gaby comienzan a recorrer el cuerpo desnudo de Noe, sin dejar ni un solo lugar sin tocar. Noe envuelve el cuello de Gaby con sus brazos atrayéndolo más a sí misma, sus piernas se abren por instinto haciéndole espacio para que él se pose entre ellas. El morocho comienza a frotar con descaro su erección en el punto excitado de ella provocando que éste se humedezca mucho más. Sin más preámbulos la penetra robándole un gemido de satisfacción al sentirlo dentro de ella. Sus cuerpos comienzan a moverse al unísono, las respiraciones comienzan a fallar y los jadeos a robarse todo el silencio de la habitación. El morocho sabiendo que no iba a aguantar mucho, ya que su erección de las mañanas era la que menos resistía, la hace girar poniéndola de costado, colocándose detrás de ella, la penetra de nuevo, mientras con su mano la hace abrir más de piernas y se dirige a esa humedad donde comienza a frotar con ímpetu. El cuerpo de Noe no deja de mo