Desde el bosque Cap 2

—Entiendo… entonces espero aprender a vivir de esa manera —

El horizonte se teñía de tonos naranjas y púrpuras. La noche comenzaba a caer sobre las montañas.

—Será mejor descansar en aquella cabaña — Dijo Maynor, señalando una construcción de madera con luz cálida en las ventanas— Además, ahí sirven buena comida —

—Sí… y nuevamente, gracias —

—Es un gusto ayudarte — Respondió él, con sinceridad en los ojos.

Sujhan bajó del vehículo. Mientras Maynor entraba a la cabaña, ella quedó en silencio bajo el cielo abierto. La luna llena reinaba en lo alto, bañando el lugar con un resplandor plateado. Por un instante, sus ojos violetas parecieron reflejar ese brillo, intensos como nunca antes.

Fue entonces cuando lo escuchó. Una voz, tenue pero clara, la llamaba desde la espesura del bosque. Sin comprender por qué, sus pasos comenzaron a moverse solos, guiados por esa presencia invisible. Caminó entre árboles oscuros hasta que el susurro del agua la condujo a un lago de aguas cristalinas, que resplandecía como un espejo bajo la luna.

El agua se agitó. De su superficie emergió un hombre. Alto, de facciones perfectas, ojos azules como mares infinitos, cabello castaño húmedo y un tatuaje en el brazo con la forma de olas en movimiento.

Él la miró con intensidad —Te he estado esperando —

Sujhan retrocedió un paso, su voz temblaba —¿Quién eres? ¿Qué clase de truco es este? —

—¿Sujhan, acaso no te acuerdas de mí? — Preguntó él, con un dejo de tristeza en la mirada.

—¿Me… conoces? —

—Sí. Y debemos regresar a casa. En tu hogar te buscan como locos. Por alguna razón, te liberaste del escudo que te ocultaba, y recién ahora pude encontrarte. Regresemos —

Ella frunció el ceño, confundida —¿Cómo me liberé? —

—Me parece que fue al quitarte un objeto… Algo que impedía que nuestra magia llegara a ti. Te protegía, sí, pero también nos bloqueaba —

—¿Magia? — Repitió ella con incredulidad— ¿De qué estás hablando? ¿Estás bromeando? —

Él la observó con seriedad —Es que… ¿acaso tienes amnesia? —

—¿¡Amnesia!? — Exclamó Sujhan, con el corazón acelerado.

El hombre respiró hondo, como tomando una decisión —Espera. Te ayudaré con eso —

Sacó de una bolsa un pequeño frasco de cristal que contenía un polvo dorado, brillante como millones de estrellas. Lo abrió y sopló suavemente hacia ella.

Las partículas flotaron en el aire, pegándose a su piel, a su cabello, a sus labios. Una ráfaga cálida la envolvió y, al cerrar los ojos, un torbellino de imágenes invadió su mente; Momentos, rostros, lugares… su vida, sus recuerdos, desfilando ante ella como si el tiempo mismo se abriera en pedazos.

El mundo tembló a su alrededor. Y entonces, comenzó a recordar —¡John! — Exclamó Sujhan, con un nudo en la garganta.

—Vaya… hasta que al fin — Respondió él, saliendo del agua y avanzando hacia ella— Vayamos a casa, la matriarca nos espera —

Ella retrocedió un paso, temblando de ira y miedo —No. No voy a regresar. Ellos me entregaron a ese mal hechicero. ¿Qué te hace pensar que no me devolverán a él? Me matará apenas me tenga de regreso —

—Ella solo quiere conversar contigo. Te puedo asegurar que no te va a devolver si no lo deseas — Intentó convencerla, con voz suave.

Sujhan negó con la cabeza —No, no iré. Me están esperando…—

—Sujhan, no seas testaruda o deberé llevarte a la fuerza — Advirtió John, su mirada endureciéndose.

La luz de la luna se reflejaba en el lago, iluminando su rostro. Sus ojos violetas brillaban como brasas, y en ellos ardía la furia.

—Escúchame bien, John — Dijo con voz quebrada pero firme— Hasta ahora logré escapar. Me agredieron demasiado. Mi propia familia me traicionó al entregarme a un hechicero que me golpeaba. Me encerraba en las habitaciones mientras tenía en su cama a otras mujeres. Cada vez que podía me humillaba, me decía cosas horribles. Y su desprecio fue lo peor que he vivido —

Se le quebró un poco la voz, pero siguió; —¿Y tú quieres que regrese a donde empezó tanto dolor y sufrimiento? ¿Quieres que vuelva con los hechiceros que me entregaron como un cordero al matadero? Olvídalo. No pienso regresar a ningún lugar. Realmente deseo…—

—¡No lo digas! — La interrumpió John, su rostro se tensó— Estamos en luna llena. Es peligroso pronunciar deseos así. Podrías condenarnos a todos —

—Entonces vete — Respondió ella con lágrimas en los ojos— Y no me vuelvas a buscar. Los odio a todos. A cada uno de ustedes los odio con todo mi corazón —

John se estremeció —Sujhan… no digas eso. Te he extrañado mucho. He estado pendiente de ti. Estábamos sumamente preocupados…—

Ella lo miró con un desprecio frío —John, tú fuiste uno de los que celebraron esa unión. Satisfecho de cumplir sus planes. ¿A costa de qué? De mi desdicha, de mi sufrimiento. Incluso me arrebataron la magia. Ya no sirvo. Si aún queda algo de aprecio hacia mí, déjame en paz. Lo necesito —

—Lo lamento. No esperábamos todo lo que ocurrió. Pero de verdad necesito que regreses conmigo. Aquí es peligroso para ti — Dijo él, suplicante.

—Dije que no — Se dio la vuelta para volver a la cabaña. Sus pasos resonaban en la hierba húmeda.

—Perdóname — Susurró John— Pero no puedo dejarte ir de nuevo. A nuestro lado estarás segura…—

Sacó de su bolsa otro polvo, esta vez verde, que brillaba como esmeralda triturada. Soplando con cuidado, las partículas se dirigieron a Sujhan. Ella apenas alcanzó a girar la cabeza antes de que el polvo cayera sobre su coronilla. Sus párpados pesaron, sus rodillas flaquearon y cayó suavemente sobre el zacate, dormida.

—Lo lamento, Sujhan… — Dijo John, arrodillándose junto a ella.

Al salir del lago, la tomó en brazos. La luz de la luna iluminaba sus golpes, las marcas en su cara y sus brazos. John tragó saliva; la visión le hizo sentir un peso insoportable en el pecho. ¿Estaba haciendo lo correcto al llevarla ante la matriarca?

—Espero que esta vez no te hagan más daño… — Murmuró, mientras la sostenía con cuidado— No comprendo por qué te han agredido tanto… y no solo físicamente —

El viento nocturno agitó el lago como un espejo roto. En su corazón, John ya no estaba tan seguro de estar salvando a Sujhan, o de estar traicionándola una vez más.

—¡John! — La voz fue un estallido— No la lleves donde está su madre; si la entregas, la devolverán a mi hermano —

De la sombra emergió un hombre cubierto de pies a cabeza; solo sus ojos verdes, afilados y calculadores, se distinguían entre la tela negra.

—¿Quién eres? — Preguntó John, tenso— ¡Y cómo estás tan seguro de eso? —

—Soy Andy — Respondió el hombre— Fui quien planeó todo para que ella pudiera escapar y llegar al lugar donde estará protegida. Ella podrá recuperar su magia. Si te la llevas, nos condenarás a todos —

John frunció el ceño, dudando —Eres el hermano de Norberto y te separaste de la familia. ¿Por qué debería creerte? —

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