Capítulo XXIII: Perdón.

-¡Estás loco!¡Loco!¿Cómo se te ocurre atacar así a Renato?¡ A Rodrigo!

Estoy en la entrada de mi casa. Grito sin importarme la hora y que todos deben estar durmiendo.

Alexander me trajo a la fuerza. Rodrigo logró separarlo de Renato antes que lo asfixiara. Él me tomó y me cargó como un saco de patatas. Rodrigo trató de detenerlo pero se ganó un golpe en su nariz la cual quedó rota y ensangrentada. Melissa me mira, yo niego con la cabeza. Él está fuera de sus cabales. Me montó en su caballo y me trajo lo más rápido que el pobre animal podía andar.

-¡Le dije que no se acercara a tí!¡Se lo advertí!

Entro a la casa y comienzo a subir las escaleras.

-¡Detente Abigahil!¡No he terminado contigo!

Estoy parada en el primer escalón. Me volteo.

-¡Tú no estás bien! ¡Mírate!

Lo señalo con ambas manos. Sus ropas están descuidadas, su cabello es un desastre. Sus ojos están inyectados en sangre.

-¿Te besó?

-¿Qué?

- ¡Te estoy pregunta

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