La mañana del viernes se mostraba tranquila en las oficinas de la compañía CDT de León. Anastasia cumplía con sus obligaciones como de costumbre, mientras intentaba apartar de su mente el hecho de que su hija era la novia del presidente ejecutivo de la empresa. Aquella realidad le resultaba tan absurda y ajena que no sabía si debía reír o llorar. Pero de algo estaba segura: jamás aceptaría un trato especial por ese motivo. Noah ya se lo había insinuado, y ella lo rechazó de inmediato. No era justo ascender por una relación personal, mucho menos por encima de su amiga Matilde, quien había alcanzado su puesto con años de esfuerzo y sacrificio.
Suspiró profundamente, agradeciendo en silencio que Matilde no hubiera compartido con nadie el secreto de la relación entre Noah y Lucía. Aunque lo sab&iacu