Me quede con Kat hasta que el bebé estuvo mejor. Afortunadamente, resultó que solo tenía fiebre, aunque Kat lo tomó como si fuera una enfermedad mortal.
Ella y yo estábamos en la habitación con el bebé, sentadas en un pequeño sofá. Kat me miró y me sonrió un poco.
— Gracias por acompañarme, sé que arruiné tu cita — me dijo.
— Yo no estaba en ninguna cita — le dije.
Ella bajó la mirada a mis pechos y luego volvió a mirarme a los ojos. Lentamente bajé también la mirada y vi un enorme chupetón en mi pecho derecho, se veía demasiado rojo.
— Me picaría algo — le dije.
Kat empezó a reír.
— Sí, claro, un vampiro hambriento — me dijo ella aún riendo.
Yo la empujé un poco.
— Qué graciosa eres — le dije sarcásticamente.
— ¿Lo conozco? — me preguntó.
Negué de inmediato con la cabeza. No me gustaba mentirle, pero dado que no había pasado nada entre él y yo, y tampoco creo que pase, es mejor omitirlo.
— Fue un tipo que conocí en un bar, nada del otro mundo — le contesté.
Ella asintió con la cabeza