El sol de la tarde se filtraba por las cortinas del apartamento de Valeria, proyectando sombras alargadas sobre el suelo de madera. Sentada en el sofá con las piernas recogidas bajo su cuerpo, repasaba mentalmente los acontecimientos de las últimas semanas. La sensación de inquietud no la abandonaba desde aquella llamada de su hermano Carlos.
—Necesito que tengas cuidado, Val. Hay cosas que no te estoy contando para protegerte —le había dicho con voz tensa antes de colgar abruptamente.
Valeria se pasó una mano por el cabello, frustrada. Las palabras de Carlos se sumaban a la extraña actitud de su padre en la última cena familiar, donde había evitado cualquier mención a los negocios familiares y había cambiado de tema cada vez que ella intentaba indagar sobre la empresa.
El timbre del apartamento la sobresaltó. Al