La luz del atardecer se filtraba por los ventanales del despacho de Enzo, proyectando sombras alargadas sobre los muebles de madera oscura. Valeria se movía con cautela entre los archivadores, sintiendo el peso de la culpa por estar husmeando entre las pertenencias de él. Pero necesitaba encontrar los documentos del nuevo proyecto para adelantar trabajo mientras Enzo estaba en su reunión.
"Solo serán cinco minutos", se dijo a sí misma mientras abría otro cajón. "Seguro que no le importará".
Sus dedos recorrieron carpetas perfectamente ordenadas, todas etiquetadas con la meticulosidad característica de Enzo. Nada fuera de lugar, como era de esperar. Valeria suspiró frustrada. El documento que buscaba no aparecía por ninguna parte.
Fue entonces cuando su mano, al presionar el fondo del cajón, notó algo extraño. Una irregularidad en la madera, casi imperc