Mundo ficciónIniciar sesiónValeria vio el cuerpo de Lorenzo caer en cámara lenta, cada microsegundo grabándose en su memoria con una claridad que sabía la perseguiría el resto de su vida: la forma en que sus rodillas se doblaron primero, cómo su mochila se deslizó de su hombro, el destello de pánico en sus ojos justo antes de que se volvieran vidriosos.
El grito que salió de su garganta no era humano. Era algo más primitivo, más visceral.
Enzo la agarró cuando intentó correr hacia la villa, sus brazos envolviéndola desde atrás, su propia voz rota en su oído: "No, no, Valeria, espera—"
—¡SUÉLTAME! —Luchó contra él con una fuerza nacida de la desesperación absoluta—.







