Mundo de ficçãoIniciar sessãoValeria corrió por los pasillos del Palacio de la Zarzuela con una velocidad que ignoraba el dolor en su hombro donde Vincenzo había extraído el rastreador, ignoraba el agotamiento de cuatro días sin dormir apropiadamente, ignoraba todo excepto la imagen de la nota escrita en la letra cuidadosa de su hijo de ocho años.
"Voy a terminarlo yo."
La sala de control de seguridad del Palacio era una caverna de monitores y técnicos trabajando con urgencia militar. Morales ya estaba ahí cuando Valeria irrumpió, Enzo medio segundo detrás de ella.
—Cámaras de seguridad— demandó Morales a uno de los técnicos—. Salida este, últimos treinta minutos.







