Dos horas después, Valeria estaba frente al edificio de oficinas de GMI. Había tardado todo ese tiempo en decidir si venía o no. Parte de ella quería huir, esconderse en su taller y pretender que Bianca Santoro no existía. Pero otra parte —la parte que le había prometido a Sofia ser valiente— la empujaba hacia adelante.
La secretaria la condujo directamente a la oficina de Enzo. Él estaba de pie junto a la ventana, mirando la ciudad. Cuando se giró y la vio, su expresión se iluminó.
—Valeria, gracias por venir. Estaba empezando a pensar que...
—Conocí a Bianca —lo interrumpió, sin preámbulos.
Enzo se quedó inmóvil. Toda la calidez desapareció de su rostro.
—¿Qué?
—Bianca Santoro. Tu ex-prometida. Vino a mi taller hace dos horas a decirme que va a recuperarte.
—Mierda —Enzo se pasó una mano por el cabello—. Valeria, yo iba a contarte sobre ella. Por eso quería que vinieras. Recibí un mensaje esta mañana diciéndome que estaba de vuelta en la ciudad.
—¿Y no pensaste en advertirme antes de