Mundo de ficçãoIniciar sessãoLa botella de whisky escocés de treinta años estaba casi vacía. Enzo la contempló con ojos enrojecidos mientras giraba el líquido ámbar en el vaso de cristal. El despacho de su ático, normalmente impecable, mostraba signos evidentes de abandono: documentos esparcidos, corbatas tiradas sobre el sofá de cuero y varias botellas vacías como testigos silenciosos de noches sin dormir.
Tres días. Setenta y dos horas desde que Valeria había salido por esa puerta, llevándose con ella algo más que su presencia. Se había llevado el oxígeno, el propósito, la luz.
El empresario italiano se pasó una mano por la barba incipiente. Su reflejo en el ventanal que daba a Milán le devolvió la imagen de un hombre que apenas reconocía: ojos hundidos, cabello despeinado, camisa arrugada con manchas de whisky. No era el poderoso Enzo Costa que todos tem&ia







