Mundo ficciónIniciar sesiónEl taller de Valeria, normalmente un santuario de creatividad, se había convertido en una prisión de papel. Documentos esparcidos sobre la mesa formaban un laberinto de acusaciones y contradicciones. La luz del atardecer se filtraba por los ventanales, proyectando sombras alargadas sobre las fotografías, extractos bancarios y correos impresos que Alejandro le había entregado esa mañana.
"Pruebas", había dicho él. Pruebas de que Enzo no era quien decía ser.
Valeria pasó los dedos por una fotografía donde aparecía Enzo junto a un hombre de aspecto siniestro. Según Alejandro, se trataba de un conocido traficante de arte. En otra imagen, documentos con firmas que supuestamente demostraban transacciones ilegales.
—Maldita sea —murmuró, dejándose caer en la silla giratoria.
El ventilador del techo giraba perezosamente, moviendo el aire cargado de dudas.







