Mundo ficciónIniciar sesiónEl silencio que siguió a la salida de Enzo fue como un vacío que absorbía todo el oxígeno de la habitación. Valeria permaneció inmóvil, con la mirada fija en la puerta que él había cerrado con fuerza controlada —esa contención que resultaba más aterradora que cualquier portazo—. Sus manos temblaban ligeramente mientras intentaba procesar lo ocurrido.
Alejandro seguía allí, observándola con esa sonrisa apenas perceptible que siempre había sido su marca personal. Una sonrisa que antes le parecía seductora y ahora solo le resultaba calculadora.
—Parece que tu italiano tiene un temperamento interesante —comentó él, rompiendo el silencio con una voz demasiado casual para la tensión que flotaba en el aire.
Valeria se giró hacia él, sus ojos entrecerrados.
—No hables de él —e







