Lourdes miraba al ejecutivo sentado sobre la mullida alfombra jugando junto a Dylan en las pistas enormes e intrincadas que había en esa habitación. Solo ver la sonrisa de su hijo hizo que creyera de que había valido la pena ir allí, pese a la incomodidad que le generaba.
-¡Gané!- Gritó Dylan y agitó sus manos a modo de celebración
-No me lo puedo creer- El empresario estaba sorprendido porque su coche se había salido de la pista otorgándole una considerable ventaja a Dylan
-No puedes ser bueno en todo- Lourdes comentó mordaz e hizo silencio al ver la sonrisa maliciosa de ese hombre que le crispaba los nervios
-Tengo muchos talentos. Con gusto te los mostraría- Le guiñó el ojo haciéndole saber la doble intención que escondían sus palabras
-Ya te lo dije y lo repito, estoy bien con mis dos hombrecitos- Mordió su labio para contener la rabia
-Lo entiendo perfectamente, pero además de madre eres mujer, ¿Tienes a alguien que cumpla como el hombre que necesitas al menos de