Yo no tengo cura, porque cuando debería incluso despreciarlo, lo que estoy haciendo es actuar como una chica cuyo único ídolo es el hombre que se acerca hasta donde yo me encuentro.
‘Por eso es que te pasan las cosas. Tú sin dudas, no tienes remedio.’ Me dice mi mente.— ¿Qué piensas hacer, Eydran? — pregunto con toda la seriedad posible.— ¿Tú que crees? — pregunta él abriendo la puerta para sacarme por la fuerza del auto.— ¡Suéltame, Eydran! ¡No hagas cosas que me harán odiarte! — digo con molestia.— Puedes odiarme si lo deseas, te doy el permiso, pero, tú y yo tenemos que hablar sin la intromisión de mi madre.— Tengo que ir a trabajar. — le recuerdo como si eso a él le importara.Por eso, aunque me encuentro aferrada a la silla delantera del auto, me giro para ver al ho