Massimo y Luciano tomaron el ascensor, una vez que se abrió ambos hombres caminaron por un largo pasillo que olía a desinfectante, todo estaba pulcramente limpio y ordenado. Ninguno de los dos hizo por hablar, Massimo llevaba en la mente los recuerdos de su pequeño, de cuando Luciano era un bebe, flashes de aquellos tiempos se vinieron a la mente y eso le provoco un nudo en la garganta.
— Aquí es… Esperaré en la salita que está dentro, hay una puerta para poder tener acceso a su habitación, si escucho cualquier ruido extraño Massimo, te saco a patadas…
Massimo tomó el pomo de la puerta, con el nudo aún en la garganta, abrió e inmediatamente lo primero que ve, es a esa rubia que por años la considero el amor de su vida, aquella que por años creyó que amaba, aquella que por muchos años le engaño. Ella lo mira y al no poder moverse, solo puede abrir los ojos un poco más de lo normal, y luego pudo articular palabra.
— Massimo ¿Qué demonios haces aquí?
— Hola, Alessia
— Hola, Massimo, ¿qué?