En el camino, tal como Pietro lo había dicho, se detuvo en una pastelería y compró un pastel de queso con frutos rojos, luego pasó por fresas y bayas, eso le serviría a Celeste para soportar el camino. Él, por su lado, solo llevaba café, que increíblemente, a pesar de ser el café que siempre recordaba tomar, no le sabía tan bien.
- Pietro, ¿No crees que deberías descansar un poco? Apenas ayer saliste del hospital y ya estamos camino a no sé dónde, conduces como si nada hubiera ocurrido. – Dijo Celeste preocupada.
- Celeste, sé que el hombre o la versión que conociste de mí es otra, pero si de algo puedo estar seguro es que, por más que lo intente, mientras pueda caminar y moverme libremente, nunca me quedaré quieto, ya fue más de un mes estando en ese espantoso lugar, así que es momento de recuperar mi vida.
- Está bien… Y ¿A dónde vamos a ir?
- La ciudad se llama Gaeta, ahí está mi casa, Quedé de verme con mi abogado ahí, así que tenemos hora y media para llegar, yo creo que llevamos