Señor Massimo, ¿Esto le refrescó la memoria o debo continuar detallando los verdaderos hechos?
- Señor Legrand, no logro comprender. ¿Cuál sería el interés de usted sobre Alessia, mi esposa?
- Bien, debo decirle algo de suma importancia. Bueno dos cosas, señor D’Angelo.
Primero: Lamento infórmale que la señora Alessia Amato acaba de fallecer hace dos días, finalmente su deseo se hizo realidad, su corazón ya no pudo soportar más y perdió la vida.
La señora Amato no tuvo funeral, solo fue cremada y sus cenizas descansan en la urna familiar de los Legrand.
Segundo y, lo que me trajo a verle: Estoy completamente seguro de que usted sabe que uno de sus hijos son es suyo, ¿Es correcto?
- Señor Legrand, apenas estoy asimilando lo primero y ¿ya viene con lo segundo? – Respondió Massimo sin ocultar su malestar.
- Massimo D’Angelo, pareciera ser que ya recordó que su mujer no murió… Y, ya recordó que uno de sus hijos no le pertenece. – Dijo Pierre con una voz seductoramente peligrosa.
- ¿A dónd