Pietro terminó la llamada con la abuela Caterina y entró a la habitación donde Guadalupe estaba sentada.
Él sintió cómo el corazón se le estrujó cuando vio el rostro de su amada, lleno de lágrimas, ese mismo rostro que hoy por la mañana estaba que irradiaba felicidad en sus brazos.
- ¡Mi vida! ¡Ya estoy aquí! ¡Todo estará bien! –dijo Pietro mientras le abrazaba fuertemente.
- Pietro… ¡No, nada está bien! ¡Mi abuelo se ha ido…! -dijo Guadalupe entre sollozos.
- ¡Lo sé, amor, y lo lamento profundamente! Pero, no quiero que te hagas daño, si a ustedes les pasa algo, no sé qué haría, ¡Ustedes son mi prioridad! ¡No podría vivir sin ustedes! -dijo Pietro envolviéndola en sus brazos.
- Pietro… Es que yo…
- Amor, sé que no es fácil, pero piensa en el bebe… ¡Yo los amo! Siempre voy a estar contigo, no me gusta verte así…
- ¡Me duele mucho, haber perdido a mi abuelo de esta manera! Él merece un funeral, ¡Por favor, Pietro, ayúdame con eso! –dijo la chica suplicante.
- ¡Mi vida! La abuela Cateri