Pietro y Guadalupe permanecieron en el hospital esa noche, de momento el cansancio vencía a la chica y se quedaba dormida. Ella se despertaba minutos más tarde y volvía a llorar.
Pietro se sentía angustiado, no quería que su amada cayera en el mismo bache de hace dos meses.
- ¡Por favor, amor, necesitas descansar! No pueden colocarte calmantes por el bebé. -decía Pietro consolando a su mujer.
Guadalupe sollozaba e intentaba calmarse, pero de repente todo lo vivido este día regresaba a su mente y comenzaba a llorar con más fuerza.
- Amor… ¡Tranquila! ¡Por favor, tranquila! Piensa en el bebé…
Pietro tuvo una larga noche, aunque había un sillón donde podría descansar, este, prefirió acompañar a Guadalupe en la camilla. Ella finalmente sucumbió ante el cansancio en los brazos de Pietro.
Por la mañana, Filipo visitó a la pareja y les permitió abandonar el hospital con la promesa de que no haría esfuerzos y trataría de no caminar.
El bebé se aferraba a la vida, pero ella también necesitaba