Luego de varias horas de vuelo, un avión aterrizaba en el aeropuerto internacional Fiumicino, Italia, Aldo y Paloma llegaban junto a toda la familia, ambos llevaban una mezcla entre nervios y sentimientos encontrados. Por un lado, Paloma por fin podría volver a su madre y padre después de varios meses fuera, por otro, sabía que había algunas cosas que no podrían pasar desapercibidas.
Aldo tomó su mano con fuerza, la llevó a sus labios y dijo:
- ¡Estamos juntos en esto!
- Sí… - Respondió ella casi en susurro.
Los niños llegaban exhaustos, Laura intentaba calmar a Adele quien era una de las más afectadas por la distancia del viaje. Emma traía las piernas cansadas, realmente necesitaba caminar, todos habían llegado bien, pero agotados, Gio y Enzo estaban dormidos, tuvieron que ser despertados por Paolo, quien, desde que los habían secuestrado, se tomó el papel de cuidarlos muy en serio.
- Sé que están cansados. – Dijo Aldo, viendo a todos. – Yo necesito ir al hospital, debo ir a ver a mi