Celeste regreso a la habitación con Pietro, el hombre la miro y le dijo:
- Ven… Quiero abrazarlos…
Celeste lo miro y algo en aquella mirada no le gusto, pero sin pensarlo dos veces se acercó.
- ¿Sabes que desde que te conocí te volviste mi mundo? No puedo creer que vayas a ser mi esposa.
- Pietro… Debes reponerte, cuando todo esto haya terminado, nos iremos a casa, además tenemos una boda que preparar.
Pietro la miro, le sonrió, él sabía que algo no estaba bien, se negaba a dejarla sola, pero por alguna extraña razón, sentía que no volvería a verla. Razón por la que quería aprovechar todo el tiempo que tuviera disponible.
- ¿Dónde pusiste a Enzo?
- Está en la salita de estar, lo coloqué en el sillón, está dormido como piedra.
- Bien… Ven… Súbete a la cama, quiero abrazarte…
Celeste subió a la camilla, él le abrazó y pudo olfatear su aroma a rosas.
- ¡Sabes que esto era una de las cosas que más me gustan de ti!
- ¿Qué?
- Tu aroma a rosas…
- ¿De verdad?
- Sí, me encanta tu perfume, me en