En Lazio varios kilómetros lejos de Florencia, comenzaba a desarrollarse una situación que cambiaría el rumbo de todas las cosas.
Alessia había firmado su despido y se mantenía tranquila porque aún esperaba la visita de Massimo.
Sabía perfectamente que él tendría una buena explicación para lo que estaba sucediendo, él siempre tenía buenos motivos para hacer un movimiento.
Con el pasar de los días, este no había llegado y eso le generaba una rara sensación en el pecho. Algo le decía que esto no era normal en aquel hombre que amaba.
Una mañana cualquiera, se levantó con una ligera sensación de vértigo, sintió ganas de vomitar, así que corrió a su baño. Esto que acababa de pasarle, ya lo había sentido días atrás, por lo que llamó su atención.
Corrió hacia su móvil y abrió una aplicación para ver cuándo debió llegar su periodo, ya que con todo lo ocurrido, no había puesto atención en ello. Lamentablemente, ella se percató de que tenía dos semanas que debía haber llegado.
- ¡Demonios! ¡De