Paolo y Maurizio habían quedado de cuidar a Adele en lo que ella iba con las chicas a ver el vestido de Paloma. Por un momento Laura dudó, pero ya en otras ocasiones ellos la habían cuidado, así que esta no sería la excepción.
Mientras Laura iba con las chicas, Paolo y Maurizio iban a un centro comercial, aquel joven tímido Paolo había descubierto una cosa. Cada que salía, acompañado de su hermanito y de la pequeña Adele, varias chicas volteaban a mirarle, la razón, la desconocía, pero siempre, más de una le dirigía la mirada o le saludaba.
En esta ocasión no era diferente, Paolo llevaba de la mano a Maurizio y con la otra empujaba el carrito que llevaba a Adele. La niña, digamos, que agradecía aquellas salidas fortuitas. Todo parecía ser normal y tranquilo, al menos hasta que, accidentalmente, chocaron con una pareja.
Quienes, al verlos, el hombre no pudo apartar la mirada de los 3 que lo habían golpeado; sin embargo, había alguien que llamó más su atención y esa había sido, Adele.
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