Llegaron al bar y le indicaron la mesa que fue reservada por el asistente de aquel cliente, Marco pidió un wiski seco y Valeria una copa de vino, ella no estaba para pedir otro tipo de copas, debía mantenerse sobria y hoy era una buena oportunidad para aprender sobre ese mundo que no imaginaba llegaría a conocer.
Hoy, Marco lucia radiante en ese traje color gris Oxford, esa camisa blanca y corbata a juego, llevaba unas mancuernillas y pisa corbata de plata, su clásico Rolex que siempre le acompañaba, esos lentes sin montura le daban un aire juvenil pero poderoso. Era inevitable que Valeria no le viera y sintiera cosquillitas en las manos y una ligera punzada en el estómago, pero se mantenía firme, su mente le regañaba “Deja de pensar en cosas Valeria, ya lo hemos hablado, entre tu y este señor, nunca debe pasar nada, ya no estas para andar buscando amores”.
Después de un momento de silencio, llegaron por fin los tragos, de ahí la lengua de ambos se soltó.
- Valeria, ¿Qué tienes planead