- Creo que hay lago que usted debe saber…
- ¿Saber qué? ¿Qué está muerto? ¡Lo sé! Hace ya tiempo que lo sé y, créeme, no hay día que no rece por él, no hay día que en mis oraciones no esté mi hijo, no hay día que no piense en cómo debió ser… Pero ¿de qué me sirve pensarlo y añorar algo que nunca fue…?
Me dolió darme cuenta de que llegué muy tarde, me dolió darme cuenta de que lo dejé solo por años, nunca fui lo suficientemente fuerte para luchar por él… No hay día que no me culpe, si yo hubiera hecho algo más, si hubiera escapado, si hubiera encarado a mi padre…
Massimo, créeme, aunque no pude conocerlo, ni tenerlo cerca de mí, mi corazón se rompió el día que Leonardo me llevo a su tumba. – Dijo Aria con la voz quebrada y el rostro cubierto de lágrimas.
Aria se había tenido que sentar en una banca que por ahí estaba, aquella escena le pareció muy dolorosa a Massimo, ya que le recordó cómo se sintió cuando la noticia de que Pietro había muerto llegó a sus oídos.
El hombre se puso en cuc