Massimo, al ver cómo aquella mujer pasó de la incredulidad a la súplica, le provocó empatía, él tal vez no vivió lo mismo, pero ahora mismo, él vivía la incertidumbre de no saber de su hijo primogénito.
- Podemos irnos ahora, mi auto está del otro lado del puente, usted dígame en qué momento nos vamos y lo hacemos… - Dijo Massimo tratando de sonar tranquilo.
El hombre por dentro estaba hecho una bola de nervios, si lo pensaba bien, el Pietro, con los recuerdos de ahora, ni siquiera sabía que no eran hermanos de la misma madre. Al saber que Aria estaba viva, no se detuvo a pensar en aquel pequeño detalle, así que en el camino, él explicaría aquello, para que Aria no fuese tomada por sorpresa.
Aria se levantó de la banca y caminó rápidamente hacia la recepción…
- ¡Daniela…! ¡Daniela! Hija, tengo que salir de aquí, voy a ir a Lazio, debo ir… ¡Mi hijo! ¡Mi hijo! ¡Él está vivo! ¿Lo escuchas? ¡Está vivo! – Dijo Aria, hecha un mar de nervios y lágrimas.
- Aria… Espera… Espera, ¿Cómo que tiene