--- Lazio ---
- Abuelo, ¿Qué puede ser tan importante como para que me hayas hecho dejar ir solo a Massimo? – Dijo Alessia molesta.
- Hija, esta noticia te alegrará la vida. Alberto está en casa de Caterina y vamos a ir por él… - Dijo el juez Amato.
- ¿Cómo? ¿En la fiesta de cumpleaños? – Alessia respondió sorprendida.
- ¡Claro! Si no le atrapamos ahí, ¿Dónde más? Además, tú estarás ahí y podrás ver con tus propios ojos el declive de Guadalupe Priego. – Dijo el juez con una sonrisa siniestra.
- ¡Está bien! No pensé que esto sucedería tan rápido.
- ¿Con quién crees que estás hablando? La idea es enviarlos hoy mismo por la tarde. Ya entregué la declaración en la embajada, ahora saben que ese hombre está en casa de Caterina, solo esperan mis órdenes.
Alessia soltó un ligero suspiro, por un momento sintió una extraña sensación en el estómago, no sabía qué era, pero su nivel de maldad aún no alcanzaba a los de su abuelo. Podríamos decir que se trataba de remordimiento, pero prefirió no deci