Pietro, Teodore y Enzo llegaron a casa, este último bajo en brazos de Pietro, el hombre lo llevo a su habitación, le puso una manta para arroparlo, no le pudo poner pijama, ya que el pequeño estaba completamente dormido, al menos le quitó los zapatos y el blazer. Pietro vio a su nieto y sonrió, le acarició esos rizos rebeldes que eran un tanto parecidos a los de él y salió de su habitación.
- ¿Vas a ir a dejar a la señorita Zanini? – Pregunto Teodore con curiosidad.
- ¿Qué cosa dices? – Respondió Pietro seriamente.
- ¡No creas que soy tonto! Vi que compraste el cuadro que a ella le gustaba, lo traes en la cajuela. ¡Me sorprendes! Ahora si me sorprendiste, no sé en qué momento llego eso ahí. – Dijo Teodore viendo fijamente al hombre frente a él.
- Te has vuelto muy curioso últimamente. – Respondió Pietro sin ninguna expresión.
- ¡Sí! Cuando noto un cambio en tu actitud, yo opino que deberías regresar y llevar a aquella hermosa damisela a cenar, mínimo llevarla a casa, escuche que se irí