Al día siguiente, Laura estaba nerviosa, se sentía tal cual una adolescente, ella no podía evitar rememorar la primera cita con Adrien, porque sí, sí hubo una primera cita.
Aquella primera cita había sido la primera ocasión en la que, ella realmente conoció al Adrien del que se enamoró. Ella ya lo había visto como el chico guapo, pero el hecho de que él mostrase su lado más humano, para ella fue, simplemente, maravilloso.
Actualmente, ella solo podía perderse en los recuerdos de ese día y esperaba que las cosas fuesen así. Sí, así como en aquella ocasión, donde el chico la llevó en auto a un prado despejado y lejano de la ciudad, donde el joven se había preparado para una cita, donde en el auto llevaba golosinas para comer y un montón de cosas para platicar.
- Mi cielo… -dijo Emma al ver cómo Laura estaba perdida en sus pensamientos.
- Emma, perdón… Es que tengo varias cosas en la cabeza… -respondió Laura, apenada.
- ¿Cómo estás?
- Nerviosa… Pero no se lo digas a nadie…
- Hija, ¿a qui